Aprenderás qué es la autoestima, por qué es importante mantenerla saludable, de qué depende y cómo saber si necesitas...

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En este artículo aprenderás:
“Que tu comida sea tu medicina y tu medicina sea tu comida” Hipócrates.
Recuerdo una clase en la universidad en la que la profesora, una magnífica docente, doctora y especialista en bioquímica, nos explicó que el miedo, la rabia, la tristeza y la alegría repercuten en todo el proceso de alimentación. Afectan la motivación para comer, la escogencia de la comida, la forma de masticar, la velocidad de comer, la cantidad ingerida, el metabolismo y la digestión. La maestra añadió, con cierto temblor en la voz, que muchos adultos mayores sufrían de desnutrición porque preferían no comer que sentarse a la mesa a comer solos. Recuerdo con claridad ese día, pues sus ojos se humedecieron ligeramente mientras ella continuaba con su explicación.
Estas fueron algunas de sus enseñanzas:
La relación entre la comida y el estado de ánimo depende de múltiples factores como el tipo y composición de los alimentos, la edad, el contexto cultural y los antecedentes dietéticos de la persona. Aún así, podríamos generalizar que la mayoría de los animales (y las personas) están más alerta e incluso irritables cuando tienen hambre. También sabemos que luego de consumir una comida que nos sacia, nos sentimos más calmados, letárgicos y hasta con sueño y nuestro estado anímico es más positivo [1].
Las emociones también afectan directamente la manera en que escogemos los alimentos. Cuando estamos estresados comemos menos frutas y verduras y preferimos alimentos ricos en grasas saturadas o comida rápida. Esto ocurre porque el estrés libera glucocorticoides e insulina que aumentan la motivación para comer este tipo de alimentos [8]. Aún así depende de si el estrés es suave o alto. Un nivel de estrés bajo hace que se aumente el consumo de calorías, mientras que un nivel muy alto y crónico genera una disminución en el consumo de alimentos [9].
Con la depresión ocurre igual. Como la depresión se relaciona con una sensación de menos energía, las personas tienden a perder el interés en comer lo que las hace saltarse las comidas o presentar ausencia de apetito. Pero también puede ocurrir lo contrario, pues las personas deprimidas sienten que la comida los calma, ya que cambia el equilibrio químico en el cerebro, produciendo una sensación de saciedad y mejorando el estado de ánimo.
La relación entre la alimentación y las emociones responde a una serie de procesos complejos en donde el cerebro y el intestino se relacionan íntimamente. Aquí trataré de resumirlos de la manera más sencilla posible:
Es importante ser consciente de que los alimentos que consumimos afectan nuestra forma de sentirnos. Aún más, existen algunos “superalimentos” que tienen altos contenidos nutricionales, poderes antioxidantes o vitaminas, que ayudan a nuestro cerebro y a todo el cuerpo a sentirse mejor. Para conocer más sobre uno de estos “superalimentos” te invitamos a dar click en nuestro artículo: La moringa: un super alimento super medicinal.
De la misma manera, es importante darnos cuenta de que la forma en que nos sentimos nos impide —o ayuda— a tomar mejores decisiones sobre nuestra comida. Estas decisiones a la larga influyen en nuestras emociones, creando un “círculo virtuoso” que nos ayuda a comer bien y sentirnos mejor. Quizás es por esto que para la medicina Ayurveda los problemas digestivos se relacionan con las emociones en el tercer chakra, el fuego del cuerpo.
Con esto terminó la maestra su clase magistral.
Un poco muertos de hambre de tanto escuchar hablar de comida, salimos derecho a la cafetería de la universidad a almorzar. La maestra entró detrás nuestro, pidió su bandeja y se sentó sola en una esquina. Mientras comíamos, un compañero nos contó que el esposo de la profesora había fallecido hacía muy poco tiempo. Quizás ella misma estaba luchando para tomar mejores decisiones sobre su bienestar.
[3]. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC4693953/
[4]. https://sci-hub.se/https://doi.org/10.1039/D0FO02432E
[5]. https://sci-hub.se/https://doi.org/10.1039/D0FO02432E
[6]. https://sci-hub.se/10.1002/jnr.24476
[7]. https://sci-hub.se/10.1080/1028415X.2017.1411320
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